Pero, como creyentes, eso no nos
describe y tampoco a nuestra identidad.
No es nuestra hechura.
¡La excelencia está en nuestro ADN
espiritual!
Somos hijos del Dios Todopoderoso y
«excelso es su poder.» ( Job 37:23, NVI).
Nacimos de una semilla incorruptible
«por la palabra de Dios» (1 Pedro 1:23).
Hemos sido resucitados con Jesús, Su
Excelencia, por la misma «imponente
gloria» que lo levantó de entre los muertos
y lo sentó en los lugares celestiales (2
Pedro 1:17, NBV; Romanos 6:4, NVI).
Estamos poseídos y ungidos con el
mismo excelente Espíritu Santo (Hechos
1:8), somos coherederos con Jesús y
colaboradores en Su ministerio, que
siempre fue y sigue siendo un ministerio
de excelencia (Romanos 8:17; 2 Corintios
5:18).
Además, ¡tenemos una herencia de
excelencia! Nuestro árbol genealógico
espiritual suma entre sus antepasados a
personas como Daniel. ¡Era sin duda un
hombre de Dios que no estaba satisfecho
por Kenneth Copeland
con hacer lo mínimo para salir adelante!
Aun en su cautiverio en Babilonia, Daniel
hizo un trabajo de tal excelencia en todo
lo que se le pidió que hiciera, que la
Biblia dice: «Daniel mismo se distinguía
entre los ministros y los sátrapas, porque
en él había excelencia de espíritu. Y
el rey pensaba constituirlo sobre todo
el reino… (y) Daniel fue prosperado»
(Daniel 6:3, 28).
Una de las acepciones de la palabra
prosperar es "sobresalir en el lugar más alto
disponible", y eso es exactamente lo que
hizo Daniel. Enfrentado a circunstancias
extremadamente negativas, siguió
ascendiendo hasta que llegó a convertirse
en el segundo al mando del reino.
Si Daniel pudo hacer todo eso bajo
el Antiguo Pacto, ¿qué podríamos hacer
nosotros bajo el Nuevo Pacto? ¿No
deberíamos, como creyentes, también
prosperar y ser promovidos a los lugares
más altos disponibles en cualquier esfera
de influencia a la que Dios nos haya
llamado?
Seguro que deberíamos y, además,
Su
Excelsa
Gloria
VIVIMOS EN UNA ÉPOCA
en la que la mayoría de la gente hace el mínimo esfuerzo para
sobrevivir. En lugar de tomarse el tiempo para hacer las cosas
bien, optan por lo más fácil y rápido. Adoptan una actitud de
"Oh, está bien así" y, cuanto más rápido van, menor la
excelencia que exhiben en sus vidas.
LV V C
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