LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Julio LATAM 2020

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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LV V C : 1 5 voluntad, sino hacer la voluntad del que me envió… Y que nada hago por mí mismo, sino que hablo según lo que el Padre me enseñó… Sino que el Padre, que vive en mí, es quien hace las obras» ( Juan 5:30, 8:28, 14:10). Cada Palabra que Jesús dijo y cada obra que hizo reflejaba el corazón de Su Padre celestial. Esa es la razón por la que nunca se rehusó a sanar a nadie. Es la razón por la que nunca oró: "Si es tu voluntad que esta persona sea sana…", o "¿Quieres que esta persona permanezca enferma para que puedas enseñarle algo?" Algunas personas hoy en día oran de esa manera; sin embargo, Jesús nunca dijo nada parecido. ¡Al contario! Cuando las multitudes vinieron a Él, afligidas con cada enfermedad o dolencia imaginable, Él los sanó porque entendía que la enfermedad es un enemigo de Dios. Es parte de la maldición que vino a la humanidad como resultado del pecado. Es una obra del diablo que viene a robar, matar y destruir. Primera de Juan 3:8 dice: «Para esto se ha manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo». Y Jesús cumplió con Su propósito en cada oportunidad. Cada vez que alguien le abría la puerta creyendo que estaba ungido, Él destruía la obra de Satanás. El deshacía los efectos de la ley del pecado y la muerte, y les traía a las personas vida abundante. Cuando, Jesús vino a la Tierra fue como si Dios hubiera creado nuevamente a Adán. Él era el cumplimiento de lo que Dios originalmente quiso que fuera Su familia. Tal como en el Génesis cuando el primer hombre fue creado, Jesús nació a la imagen de Dios. Tenía en Su interior la misma vida que Dios sopló en Adán. Esa vida era tan poderosa que, si alguien tocaba Su vestido con fe, sacaría la enfermedad y las dolencias de su cuerpo. "Pero Gloria" podrías decir, "eso sucedió hace 2.000 años, ¿Qué tiene que ver eso con el plan de Dios para la iglesia de hoy?" ¡Tiene todo que ver con eso! Como creyentes, hemos sido recreados a la imagen de Dios y por lo tanto espiritualmente somos iguales a Jesús. Estamos llenos con el mismo Espíritu Santo con el que Él estaba lleno. Tenemos la vida de Dios en nuestros cuerpos terrenales tal como Él tenía la vida de Dios en Su cuerpo terrenal; así que, el mismo poder que fluyó a través de Él puede fluir a través de nosotros. De eso se trata la imposición de las manos. Jesús dijo que como creyentes: «pondrán sus manos sobre los enfermos, y éstos sanarán» (Marcos 16:18). Él dijo que la vida y la Palabra de Dios no solamente serán salud y sanidad para nuestro cuerpo, sino que irán al cuerpo de alguien más y serán vida y salud también para su cuerpo. El propósito de Dios para ti y para mí, como Sus hijos e hijas, es el mismo que para Su primogénito. Nosotros no estamos en la Tierra tan solo esperando ir al cielo cuando muramos. Estamos aquí para destruir las obras del diablo, deshaciendo los resultados del pecado y la muerte y ministrándole vida a la gente. Hemos nacido en la familia de Dios para siempre, para que podamos tener una relación con Él, caminar en Su gloria y hacer Su voluntad en la Tierra como en el cielo. Lo dije antes y repito ahora: ¡La paciencia de Dios es admirable! Él ha estado trabajando para llevar a la iglesia a la unidad, a la estatura completa de Jesús por miles de años, y ahora… está a punto de ocurrir. Así que iglesia, ¡alístate! Créelo, espéralo. ¡Estamos a punto de crecer juntos en la gloria de Dios! Cuando hablas en el Nombre de Jesús, todo el cielo respalda lo que dices, como si Jesús estuviera presente diciéndolo. Juan 14:12-14 Pedro usó el poder del Nombre de Jesús para sanar al hombre cojo a la entrada del templo. Hechos 3:6 FÉ EN NOMBRE DE JESÚS La sanación no sucedió porque Pedro era un apóstol, sino porque él tenía fe en el Nombre de Jesús. Hechos 3:16 Porque tú eres un espíritu con Cristo, y un miembro de la familia de Dios, el Nombre de Jesús es tuyo también. Efesios 3:14-15 Mientras pasas tiempo en La PALABRA y desarrollas fe en el Nombre de Jesús, verás cómo aumentan los benecios maravillosos de la salvación. Salmo 91:14,16 Para más información, lea el artículo "El nombre que lo transforma todo" en nuestra edición de junio de 2017. revista.kcm.org

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