LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Noviembre LATAM 2022

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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sigue siendo prudente prestarles mucha atención. Ta mbién es pr udente obser va r que, dura nte las tentaciones de Jesús en el desierto, lo primero con lo que el diablo lo tentó fue con la comida. Esperó hasta que Jesús hubiera ayunado durante 40 días, el tiempo suficiente para que el hambre se apoderara de él, y luego lo presionó para que convirtiera las piedras en pan. Jesús sabía que podía hacerlo. Pero hacerlo por indicación del diablo sería desobedecer la PALABR A de Dios, tal como lo hicieron Adán y Eva en el Jardín. A sí que, en luga r de tra nsg redir La PALABRA y dar concesiones, Jesús la usó contra el diablo. Le respondió: «Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda pa labra que sa le de la boca de Dios.» (Mateo 4:4). Me llevó mucho tiempo aprender esta lección. Cuando era muy joven, adquirí el hábito de comer poco sa ludable –y comer demasiado— y luché una bata lla sin éxito contra mi peso hasta los 30 años. Ahora peso 75 kg, pero hubo un tiempo, hace muchos años, en que pesaba 118 kg. Es peligroso para alguien de mi tamaño cargar con tanto peso. Sin embargo, en 1966, cuando estaba a punto de convertirme en estudiante de la Universidad Oral Roberts, pesaba 107 kg. El SEÑOR me dio una orden del cielo. Me dijo: ¡Comienza hoy mismo a quitarte ese peso de encima! Pa ra entonces, por supuesto, había nacido de nuevo y había sido bautizado en el Espíritu Santo. Por lo tanto, ya había sido librado de un sinnúmero de cosas. Sin emba rgo, no lograba comprender cómo Dios me ayudaría en esta área. "Señor, tú me libraste de fumar", le dije. "Me libraste del alcohol. Pero ¿cómo puedes librarme de la comida?" S u r e s p u e s t a f u e i n m e d i a t a . Te libré de fumar, no de respirar. No te libré de la bebida , sino del alcohol y de otras estupideces. A l pensa r en Su respuesta, empecé a reconocerlo: No necesitaba liberación de la comida. Necesitaba liberación de los tipos de comida equivocados. ¡Yo puedo librarte del azúcar!, me dijo El Señor. Pa ra a lg u na s persona s, recibi r t a l liberación no sería gran cosa, pero para mí lo fue. En aquel entonces, era una gran victoria si podía comer sólo un par de rosquillas y no toda la caja. Solía coger una barra de pan ca liente sin rebanar de la pa nadería, ponerle una ba rra de mantequilla en el interior y comerla toda. Perjudicaba mi salud. Pero aun así, dejar de comerlo fue difícil. ¿Cómo lo logré? La clave fue tomar la decisión inicial y luego volver a tomarla c a d a v e z q u e s e m e pr e s e nt a b a l a oportunidad de fallar en mi compromiso. Por Su gracia, lo hice, y a los 86 años gozo de mejor estado físico que a los 30. Estoy sa no, l leno de energ ía y v iaja ndo por todas partes, predicando la PALABR A incorruptible de fe. ¡Gloria a Dios! Un sueño olvidadizo y una estatua de oro El seg undo desafío de fe que Daniel y sus amigos enfrentaron en Babilonia surgió como resultado de un sueño que tuvo el rey. Se despertó consciente de que era importante, pero no podía recordar de qué se trataba. Pidió ayuda a los sabios de Babilonia, y exigió que le conta ra n tanto el sueño como su interpretación. "¡No podemos hacer eso!", le dijeron. "Será mejor que encuentren la manera", respondió el rey. "Si no, los mataré". Daniel y sus amigos se consideraban s a bio s y s e e n f r e nt a b a n a l m i s m o destino que los demás. Así que oraron y le pidieron ayuda a Dios. Él les reveló el sueño y su sig nif icado, y Da niel lo compa r tió con el rey. Cua ndo lo hizo, Daniel 2:46 (RVA-2015) dice: «Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y rindió homenaje a Daniel.» L e e e s o d e nu e v o . E l r e y r i n d i ó homenaje a Daniel. R ecibi r esa cl a se de a du l a ción es peligroso. Si una persona es propensa a d a r c o n c e s i o n e s , c o m e n z a r á a i nvent a r s ueños pa r a m a nt ener t a l a d u l a c i ón . E mp e z a r á a d om i n a r a la gente y a llenarse de org ullo, lo que precede a la caída. Pero Daniel no tomó ese camino. Sin comprometer su fe, le

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