LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Octubre LATAM 2020

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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LV V C : 1 3 Por ejemplo, si el diablo trata de provocar problemas en tus relaciones, fuerzas como el amor y la bondad vendrán en tu ayuda. Si trata de desanimarte con circunstancias contrarias, fuerzas como la fe y la paciencia te ayudarán a superarlo. Si te tienta a enorgullecerte porque estás sobresaliendo en el trabajo, o a tener miedo y confusión porque estás en peligro de ser despedido, el fruto de la humildad y la paz te protegerán. Asimismo, si uno de esos frutos no está operando en tu vida, no podrás experimentar un éxito completo porque en esa área en particular será el lugar donde el enemigo concentrará su ataque. Por ejemplo, sin la fuerza del dominio propio, aunque puedas tener los demás frutos espirituales en funcionamiento, sin la ayuda de ese fruto para controlar tus deseos naturales, serás vulnerable a que los deseos de tu carne te desvíen del camino. ¡Es por eso que, a lo largo del Nuevo Testamento, Dios nos dice continuamente que cultivemos la totalidad del fruto del espíritu! Él nos ama y quiere que seamos vencedores. Y eso es lo que el fruto nos permite hacer. Comencé a aprender sobre el fruto del espíritu en 1988, unas semanas antes de nuestra Convención anual de Creyentes de la costa oeste. Había estado en comunión con el Señor en preparación para las reuniones y, como siempre, le pregunté: "Señor, ¿qué quieres que predique?" Por lo general me toma unos días discernir lo que está diciendo. Tengo que escuchar a mi espíritu por un tiempo hasta que estoy segura de haber escuchado claramente de Él. Pero esa mañana fue diferente. Me habló con tanta fuerza que lo escuché de inmediato: Quiero que enseñes sobre el fruto del espíritu, me dijo. Su respuesta me sorprendió por completo. Nunca antes había enseñado solo sobre el fruto del espíritu. Así que comencé un estudio organizado y en profundidad al respecto. Sabía que había recibido la dirección del Señor, ¡así que me sumergí y comencé! Empecé a buscar en mi Biblia, prestando atención a las muchas escrituras que hablan sobre el fruto del espíritu, y obtuve algunos libros maravillosos sobre el tema. Luego, rodeada de todos estos materiales, leí y oré, hora tras hora, día tras día, y dejé que el Espíritu Santo me enseñara lo que estás a punto de leer. Lo que el Señor me mostró no solo me

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