LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Julio 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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su rodilla ante el diablo y le abrió la puerta a la muerte espiritual. Perdió la BENDICIÓN y la gloria de Dios, trajo la maldición sobre la humanidad y dejó que el diablo le robara a Dios Su familia. ¿Cómo respondió Dios? ¡Empezó a t r a b aj a r i n m e d i a t a m e nt e p a r a recuperarla! Allí mismo, en el Jardín del Edén, le dijo a la serpiente, el diablo, que tentó a Eva: «Por esto que has hecho, ¡maldita…Yo pondré enemistad entre la mujer y tú, y entre su descendencia y tu descendencia; ella te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón» (Génesis 3:14-15). Desde ese momento, Dios empezó a trabajar en el día que nuevamente podría tener hijos e hijas en la Tierra, hechos a Su imagen y llenos de Su gloria. Ése era Su plan. Era Su voluntad, y debido a que Él nunca cambia, a pesar del alto precio que eso le implicaría, Él quería que sucediera. Te lo digo—¡la paciencia de Dios es ad m i rable! Por m i les de a ños trabajó… y trabajó… y trabajó en el plan de redención. En todo el Antiguo Testamento lo dijo a través de Sus profetas, una y otra vez: "¡Vendrá uno que pagará el precio para tener mi familia de nuevo!" Cuando todo estuvo listo, el Espíritu de Dios vino sobre una joven mujer llamada María e hizo que Jesús fuera concebido. ¡Jesús vino no sólo como el Hijo de Dios, sino como el Hijo del hombre! Dejando de lado Sus derechos divinos, operó como un hombre en Su vida en la Tierra, porque esa era la única manera de deshacer lo que había pasado a través de la caída de Adán. Un hombre le había entregado la familia de Dios al diablo al cometer traición espiritual, y un hombre debía obtenerla de nuevo. Esa es la razón por la que tuvo que nacer de una virgen. No fue para que pudiéramos cantar villancicos. Fue para que, como un nacido de mujer, Jesús tuviera autoridad en la Tierra, y como un hijo de Dios, Él pudiera redimirnos de la maldición del pecado. El retrato perfecto del plan de Dios Durante el ministerio terrenal de Jesús, Él nos pintó un retrato perfecto de l a volu ntad de Dios pa ra Su familia. «Porque no busco hacer mi voluntad, sino hacer la voluntad del que me envió… Y que nada hago por mí mismo, sino que hablo según lo que el Padre me enseñó… Sino que el Padre, que vive en mí, es quien hace las obras» (Juan 5:30, 8:28, 14:10). Cada Palabra que Jesús dijo y cada obra que hizo reflejaba el corazón de Su Padre celestial. Esa es la razón por la que nunca se rehusó a sanar a nadie. Es la razón por la que nunca oró: "Si es tu voluntad que esta persona sea sana...", o "¿Quieres que esta persona permanezca enferma para que puedas enseñarle algo?" Algunas personas hoy día oran de esa manera; sin embargo, Jesús nunca d ijo nada pa recido. ¡A l conta r io! Cuando las mu ltit udes v inieron a Él, af ligidas con cada enfermedad o dolencia imaginable, Él los sanó porque entendía que la enfermedad es un enemigo de Dios. Es parte de la maldición que vino a la humanidad como resultado del pecado. Es una obra del diablo que viene a robar, matar y destruir. Primera de Juan 3:8 dice: «Para esto se ha manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo». Y Jesús cumplió con Su propósito en cada oportunidad. Cada vez que alguien le abría la puerta creyendo que estaba ungido, Él destruía la obra de Satanás. El deshacía los efectos de la ley del pecado y la muerte, y les traía a las personas vida abundante. Cuando, Jesús v ino a la Tier ra f ue como si Dios hubiera creado nu e v a m e nt e a A d á n . É l e r a e l c u m p l i m i e n t o d e l o q u e D i o s origina lmente quiso que f uera Su fa m i l ia. Ta l como en el Génesis cuando el primer hombre fue creado, Jesús nació a la imagen de Dios. Tenía en Su interior la misma vida que Dios sopló en Adán. Esa vida era tan poderosa que, si alguien tocaba Su vestido con fe, sacaría la enfermedad y las dolencias de su cuerpo. "Pero Gloria" podrías decir, "eso sucedió hace 2.000 años, ¿Qué tiene que ver eso con el plan de Dios para la iglesia de hoy?" ¡Tiene todo que ver con eso! Como creyentes, hemos sido recreados a la imagen de Dios y por lo tanto espiritualmente somos iguales a Jesús. Estamos llenos con el mismo Espíritu Santo con el que Él estaba l leno. Tenemos la vida de Dios en nuestros cuerpos terrenales tal como Él tenía la vida de Dios en Su cuerpo terrenal; así que, el mismo poder que fluyó a través de Él puede fluir a través de nosotros. D e e s o s e t r a t a l a i m p o s i c i ó n de las manos. Jesús dijo que como c r e y e n t e s : « p o n d r á n s u s m a n o s sobre los enfermos, y éstos sanarán» (Marcos 16:18). Él dijo que la vida y la Pa labra de Dios no solamente serán sa lud y sanidad para nuestro cuer po, sino que irán a l cuer po de a l g u ien má s y s er á n v id a y sa lud también para su cuerpo. El propósito de Dios para ti y para mí, como Sus hijos e hijas, es el mismo que para Su primogénito. Nosotros no estamos en la Tierra tan solo esperando ir al cielo cuando muramos. Estamos aquí para destruir las obras del diablo, deshaciendo los resultados del pecado y la muerte y ministrándole vida a la gente. Hemos nacido en la familia de Dios para siempre, para que podamos tener una relación con Él, caminar en Su gloria y hacer Su voluntad en la Tierra como en el cielo. Lo dije antes y lo dijo nuevamente: ¡La paciencia de Dios es admirable! Él ha estado trabajando para llevar a la iglesia a la unidad, a la estatura completa de Jesús por miles de años, y a hora... está a punto de ocu r r ir. ¡ A sí que igle sia , a l íst ate! Cré elo, espéralo. ¡Estamos a punto de crecer juntos en la gloria de Dios! LV V C : 3 1

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