LV V C
:
2 1
U n a c o s a q u e h e
aprendido acerca del
Espíritu Santo, es que
Él no molesta. Él no se
mete en nuestras vidas,
o iglesias y hace lo que
le provoca. Si queremos
que se mueva en medio
de nosotros con poder,
necesitamos reconocer
Su ministerio y estar
dispuestos a esperarlo.
Tenemos que invitarlo y
darle lugar.
Él no solamente hace
las cosas entre las 11
y las 12 del día de la
mañana del domingo.
No f u nc iona de e sa
manera con Dios.
El Señor sabe lo que
l a g e n t e r e a l m e n t e
necesita, y lo que se
requiere para dárselo.
Así que, cuando Él nos
ministra a través del
Espíritu Santo (sea el
domingo en la mañana
o en otro momento),
Él espera que seamos
pacientes. En lugar de
que siempre estemos a
la carrera, Él espera que
le permitamos terminar
Su trabajo.
Una amiga de mucha
oración me dijo que,
por esa razón, tenemos
que orar e interceder
por el derramamiento
e s pi r it u a l q ue D io s
t iene pa ra nosot ros,
e n e s t e m o m e n t o .
No porque nosot ros
t e n g a m o s q u e
convencer a Dios de
dárnoslo. Sino, porque
el Cuer po de Cr isto
debe estar preparado
p a r a r e c i b i r l o .
Debemos l legar a un
Estoy completamente convencida de
que se hablará, por toda la eternidad,
del avivamiento que el Señor a
planeado para nosotros en estos
últimos tiempos. Será recordado en
los próximos siglos como—
por
Gloria
Copeland
MÁS
EL
GRANDE
GRANDE
EL