LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Diciembre 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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lugar donde deseemos, más que cualquier otra cosa, que el Espíritu Santo se mueva en medio de nosotros. Como el Señor se lo explicó a mi amiga, Si me estoy moviendo en un servicio y la gente empieza a incomodarse, si empiezan a pensar en ir a la cafetería antes de que se llene, o en irse a la casa a mirar las noticias de la tarde, esto entristece a Mi Espíritu Santo. Le pone límites y no puede moverse con libertad para hacer todo lo que quiere hacer. Puede que te preg untes: "¿Qué es exactamente lo que el Espíritu Santo quiere hacer en este momento?" Él quiere derramar el poder de Dios y la presencia manif iesta de la manera más grande que la Tierra alguna vez haya visto. Él quiere obrar señales y milagros en cantidades sin precedentes. Quiere derramarse sobre toda carne y llevar al Reino de Dios la cosecha de almas del f inal de los tiempos, la cual ha sido profetizada durante tantos años. Estoy completamente convencida de que se hablará, por toda la eternidad, del avivamiento que el Señor a planeado para nosotros en estos últimos tiempos. Será recordado en los próximos siglos como— ¡El más Grande! Será más maravilloso que cuando se abrió el Mar Rojo, y aún más magnifico que los eventos descritos en el libro de los Hechos. Dios ha reservado lo mejor para el final—¡y nosotros tenemos la oportunidad de ser participes! Sin embargo, para aprovechar esta oportunidad completamente, tenemos que aprender a mantener nuestra atención en las cosas de Dios y animar nuestros corazones para que lo deseemos más que a las cosas de este mundo. Tenemos que abrirle la puerta al Espíritu Santo, para que tenga libertad total entre nosotros, tratándolo con la mayor reverencia. En nue s t r a g ener a c ión , a v e c e s olvidamos la importancia de la reverencia. Pensa mos en Dios ún ica mente, en términos muy familiares, como nuestro Padre celestial. Nos especializamos en el hecho de que somos Sus hijos y que Él nos ama muchísimo. Aunque esto es totalmente cierto, necesitamos recordar que nuestro Padre celestial, también es El Dios Todo Poderoso. Él gran Yo Soy, y deberíamos acercarnos a Él con honor y un gran respeto reverencial. Caminando en el temor del Señor Frecuentemente la Biblia se refiere a esta clase de respeto reverencial, como: "el temor del Señor". ¡En realidad esa frase es maravillosa! Cuando es entendida de manera apropiada, no lleva consigo una connotación negativa. No significa que tenemos que estar asustados de Dios. Simplemente significa que debes estimarlo tanto, que siempre lo pones en primer lugar y te sometes a Él, por encima de todas las cosas. Cuando combinas el temor del Señor con la fe en Su Palabra, el Espíritu Santo puede obrar poderosamente en tu vida. Se puede mover en ti, por ti y a través de ti, en maneras maravillosas y sobrenaturales. El libro de Proverbios incluso conecta el temor del Señor, con la sanidad divina. Proverbios 3:5-8 dice: «Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; teme al Señor y apártate del mal. Él será la medicina de tu cuerpo; ¡infundirá alivio a tus huesos». A pesar de que esos versículos se aplican personalmente a cada uno de nosotros, también pueden aplicarse al Cuerpo de Cristo como un todo. En reuniones y ser vicios de la iglesia, cuando nos reunimos como grupo, nos convertimos en la "habitación de Dios" (Efesios 2:22). Le proporcionamos a Dios un lugar en el que no sólo puede habitar y obrar en nuestro interior, sino también entre nosotros. Por ejemplo, durante la convención de creyentes, cuando la gente se reúne para la Escuela de Sanidad, en cada servicio el Espíritu Santo se mueve y la gente se sana. D e s p u é s , s i e m p r e e s c u c h a m o s testimonios de que habían estado luchando con esa enfermedad durante varios años. Por alguna razón, en la soledad de sus casas, no podían alcanzar el rompimiento. Sin embargo, durante la reunión, la Palabra que escuchan predicar y la fe colectiva de sus compañeros creyentes, abrió la puerta para que el Espíritu Santo obrara en ellos ¡y pudieron recibir su milagro! Estoy convencida de que veríamos más de esos milagros, si le diéramos lugar por completo al Espíritu Santo. Sin embargo, algunas veces no lo hacemos. Algunas veces lo obstaculizamos, porque mientras se está moviendo, especialmente cuando el servicio se alarga, la gente en la congregación permite que su carne los distraiga y empiezan a pensar en el almuerzo, o cualquier otra cosa. Algunos de ellos se levantan de la silla y van a comprar algo que comer, y regresan trayendo un perro caliente y un refresco, como si estuvieran en un evento deportivo. ¡Dios los Bend iga! No los estoy criticando; tan solo digo que esto me deja ver que tenemos un problema en el Cuerpo de Cristo. No todo el mundo se da cuenta de que, a pesar de que se supone que tengamos un momento agradable cuando nos reunimos, las convenciones y los servicios no son solo para entretenernos. Son asambleas sagradas donde honramos a Dios y participamos con Él mientras Él lleva a cabo Su plan y propósito en la vida de las personas. Estas son reuniones que se supone deben estar marcadas por un sentir colectivo del temor reverencial por el Señor. "Pero, Gloria", podrías decir, "siempre pensé que el temor del Señor era un concepto del A nt ig uo Testa mento. ¿Realmente, aplica a nosotros los creyentes del Nuevo Testamento?" ¡ A b s olut a me nt e ! No s olo apl ic a a n o s o t r o s , s i n o q u e d e b e r í a m o s ser reconocidos porque lo tenemos. Deberíamos ser como los creyentes de la iglesia primitiva. Hechos 9:31 dice que ellos: «vivían en paz y eran edif icadas en el temor del Señor, y su número iba en aumento por la fuerza del Espíritu Santo». Nota que, de acuerdo a ese versículo, en la época del Nuevo Testamento el poder del Espíritu Santo y el temor del Señor trabajaban juntos. Obraban mano a mano. Por lo tanto, si nosotros queremos experimentar un incremento en la medida del poder y el consuelo sobrenatural del Espíritu Santo, debemos asegurarnos de que estamos caminando reverenciando al Señor. Podrías preg unta r te cómo es que cultivamos esa clase de reverencia. ¿Cómo vencemos la tendencia de la carne a distraernos? ¿Cómo disciplinamos nuestro cuerpo físico, para que cuando estamos orando, ya sea una hora en la casa o en una 2 2 : LV V C

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