LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE

Edición Febrero 2016

LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE - Revista publicada por los Ministerios Kenneth Copeland, disponible gratuitamente para personas que deseen suscribirse.

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fundación del mundo (Tito 1:2). Él ordenó a Jesús antes de la fundación del mundo (1 Pedro 1:20). El cordero fue inmolado antes de la fundación del mundo (Apocalipsis 13:8). Aun nosotros fuimos escogidos en Él antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4). Dios declaró todas las promesas contenidas en Su PALABRA mucho antes de que el pecado existiera, antes de que Satanás tentara a Adán, aun mucho antes de que el universo fuera creado. Entonces, Él selló esas promesas para que no pudiéramos perderlas. Resumiendo: Dios terminó toda Su obra antes de la fundación del mundo (Hebreos 4:3). Es más, todo lo que Dios hizo, lo hizo para llevarnos a nuestro lugar de abundancia en Él. Sin embargo, para alcanzar ese lugar de abundancia, debemos tener un espíritu de excelencia. La excelencia requiere de pasión Para el apóstol Pablo, la excelencia en la vida y el ministerio era algo mucho más que un deseo. Era el aire que respiraba; era lo que motorizaba su existencia las 24 horas del día. En F i l ipenses 3:13-14 esc r ibió: «Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; pero una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante; ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!». Si removemos la palabra en itálica hago, agregada por los traductores de la Biblia, la verdad de lo que Pablo dijo se hace aún más poderosa. «Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; pero una cosa sí: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás...» "Lo que ha quedado atrás". Pablo e s c og ió ol v id a r s u s c r e d enc i a le s del mundo. Después de todo, si alguna vez existió un nombre con proyección y renombre para lo que el mundo define como una vida abundante, era Saulo—el Pablo que todavía no había nacido de nuevo. Él había nacido en la familia correcta. Había recibido la educación más fina. Se había convertido en un Fariseo y era un ciudadano Romano. Su vida entera había sido planeada y acomodada para guiarlo a una vida próspera en su camino (Filipenses 3:4-6). Sin embargo, el único problema era que él estaba muy bien en su camino, a su lugar de abundancia en el mundo—no en Dios. Luego Saulo se encontró con Jesús—y después de que eso sucedió, el Pablo nacido de nuevo escribió esto: «Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida, por amor de Cristo. Y a decir verdad, incluso estimo todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por su amor lo he perdido todo, y lo veo como basura, para ganar a Cristo» (Filipenses 3:7-8). Para Pablo, todos sus esfuerzos en la carne y sus triunfos del pasado eran pérdida si los comparaba con el llamado más alto que tenía de parte de Dios. Consecuentemente, él hizo lo que nosotros debemos hacer si queremos vivir una vida de excelencia. Escogió buscar un espíritu de excelencia. Pablo decidió continuar hacia la meta por el premio del llamado más alto, olvidando lo que quedaba atrás. Así que la excelencia en la vida comienza con una decisión. Fue Pablo el que escribió: «En una casa grande hay no sólo utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles» (2 Timoteo 2:20). Su mensaje era el siguiente: existen vasijas de oro y vasijas de barro, vasijas de honor y vasijas para usos viles. Nosotros tenemos el derecho de elegir cuál queremos ser. Sí, Dios ama las pequeñas vasijas de barro; pero cada vez que llueve, las tiene que hacer de nuevo. Por el contrario, las vasijas de oro no se romperán con la lluvia. La lluvia ni siquiera puede mancharlas. La excelencia requiere de trabajo Una vez que hemos tomado la decisión de ser vasijas de honor—vasijas de excelencia—debemos dar el siguiente paso, el cual encontramos en 2 Timoteo 2:21: «Así que, quien se limpia de estas cosas será un instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra». Nota que Pablo no le dijo a Timoteo: "Si lloras lo suficiente, Dios te limpiará". No, él le dijo: "quien se limpia". Pa ra a lcanza r nuest ro luga r de abundancia, nuestro llamado más alto, "ANTES DE LA FUNDACIÓN DEL MUNDO, DIOS HIZO AL HOMBRE RICO MÁS ALLÁ DE SUS SUEÑOS E IMAGINACIONES" 1 8 : LV V C

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